La Final de la Supercopa de España femenina dejó una negativa imagen de la Real Federación Española de Fútbol
El fútbol es el mayor escaparate y altavoz que se puede tener a nivel deportivo, e incluso social. Por desgracia está excesivamente contaminado por radicales, sin nombrar el negocio en el que se ha convertido, por encima de lo deportivo. Eso perjudica gravemente el poder mantener sus valores más esenciales. Otro problema, grave, es el fútbol base. Peleas, conflictos, insultos y trifulcas están a la orden del día.
Ya hemos profundizado mucho sobre ese asunto y, aunque tenga mis dudas de poder resolverlo positivamente, siempre existe la esperanza de que algo cambie. Pero claro, si son los adultos los que tienen que dar ejemplo a los niños y son los primeros que la lían…
Después de esta introducción muy generalista sobre la actualidad del fútbol, quiero centrarme en el hecho lamentable ocurrido en la Supercopa de España femenina. Te puede gustar más o menos, seguirlo con asiduidad o hacer caso omiso, pero existe una realidad, el fútbol femenino está en auge, en pocos años ha habido un progreso importante en todos los sentidos y tanto los clubes como la Federación Española han tenido a bien adaptar sus estructuras para darle la merecida cabida dentro del organigrama del fútbol nacional. Nos ponemos en situación con respecto al citado torneo y hacemos una comparativa con el fútbol masculino. Las jugadoras del F.C. Barcelona y la Real Sociedad disputaron la final, consiguiendo el título el club catalán. Una vez finalizado el encuentro, los premios individuales se colocaron en una mesa que estaba ubicada en el césped del Estadio del Mérida “José Fouto” para que cada una de las futbolistas los recogieran, en un “sírvase quien quiera”. La imagen de las jugadoras de ambos equipos cogiendo sus medallas y colocándoselas fue tan lamentable que han llovido las críticas al presidente de la Federación, Luis Rubiales, quien con rostro alegre y sonrisa de oreja a oreja, se las entregó en la pasada Supercopa masculina al Real Madrid y al Barcelona. Una misma Federación con tratamiento muy distinto, con tintes de discriminación y sobre todo de poca clase y elegancia. Es evidente que los focos mediáticos del fútbol masculino, máxime hablando de Madrid y Barcelona, era más notable que un grupo de chicas que se esfuerzan cada día para hacer que el fútbol femenino se abra paso en un deporte machista y con pensamientos retrógrados. Muy mal por la Federación, que no cuidó el protocolo como es debido, y aún peor, que no tuvo la delicadeza y la atención de tratar con absoluta igualdad un mismo deporte y una misma competición, con distintos protagonistas. Si el máximo organismo del fútbol español tiene este tipo de despistes, después, en campañas electorales, no se pueden lanzar mensajes donde se resalta el fútbol femenino y la importancia que tiene para esas jóvenes que quieren practicarlo y disfrutarlo en las mejores condiciones. Tiramos del rico refranero español, “No hay mal que por bien no venga”. Estamos convencidos que ya no habrá competición, final o acto del fútbol femenino, que la Federación no se vuelque e incluso se exceda, como cuando la reina Leticia braceó con la emérita en una discusión pública y al siguiente día le faltó cogerla en brazos y besuquearla. Ni tanto, ni tan poco.