La Final de la Copa S.M. El Rey dejó varias imágenes para el recuerdo
La final de la Copa del Rey nos ha traído muchas imágenes destacables más allá del encuentro, de las jugadas y del resultado. Un partido condicionado por la pandemia entre dos rivales, la Real Sociedad y el Athletic Club Bilbao, que se veían las caras un año después de la fecha establecida.
Por una parte, lamento que sus aficiones no hayan podido disfrutar en el campo de esta final, y por otra, me alegro infinitamente que los irrespetuosos no hayan podido pitar el himno de España. Y que se hayan tenido que desgañitar a cientos de kilómetros. A ver si nos enteramos, señoras y caballeros, que en cuanto que se hace daño a alguien, se ofende a alguna institución o se falta al respeto, las manifestaciones dejan de ser libertad de expresión. De camino, diré a los seguidores catalanes y vascos que están más pendientes de silbar al himno que de disfrutar de la fiesta del fútbol, que otra vez será.
Vuelvo a la final y comienzo con un nombre propio, Iker Muniain. El capitán del Athletic que ofreció una auténtica lección de deportividad, saber estar y educación. Recogió su título de subcampeón y estuvo presente en la celebración de la Real Sociedad. Padres, madres y demás séquito de familia que por desgracia abarrotan los campos de fútbol y atrofian a los pequeños (no todos, por supuesto), ponerles este vídeo y guardar silencio, porque para inculcar eso de “ataros los cordones para perder tiempo”, “tenéis que sacar los codos como hacen ellos”, “el árbitro está borracho”, “métele!!!”, “vía libre para pegar” y demás frases didácticas, mejor que sean ellos mismos los que descubran que el deporte no tiene nada que ver con lo que soltáis por esa boca.
También abrimos las mentes extraviadas con la magnífica idea de que una linier formara parte del trío arbitral. A ver si vamos dejando las actitudes y manifestaciones machistas y el encefalograma se activa y se pone al día.
Eso si, no me gustó absolutamente nada la celebración del entrenador de la Real Sociedad. Comprendo que estaba eufórico, que la alegría le embargaba, que estaban viviendo un momento histórico y que detrás del título hay muchos sudores y lágrimas, pero no. Hasta en esos momentos, tanto en los buenos como en los malos, hay que saber estar. Lo mismo que Muniain no tenía ganas de estar viendo la celebración de su máximo rival y tuvo clase, también hay que tenerla en rueda de prensa y no vociferar de forma vehemente y con una exaltación propia de un ultra.
Dicho todo esto, es curioso, hoy en día, cómo destacamos actitudes y comportamientos que deberían ser normales. Con demasiada frecuencia vemos enfrentamientos, agresiones verbales y físicas, hechos reprobables etc. En fin, nos quedamos con lo positivo.